Que Cleopatra lo usara como cosmético de belleza y que en el Libro egipcio de los remedios (1550 A.C.) aparecieran las primeras recetas curativas convierten al aloe vera en una de las plantas medicinales de mayor trascendencia en la humanidad.
A pesar de su olor penetrante, esta planta perteneciente a la familia de las liliáceas (como el tulipán) tiene propiedades numerables en una larga sucesión de comas, que mejor desglosaremos por puntos:
Protege y regenera la piel afectada por acné, quemaduras, picaduras de insectos y enfermedades cutáneas como la psoriasis.Fortalece el cabello, dándole suavidad y flexibilidad. Además ejerce una acción bactericida y fungicida que elimina la seborrea, mientras que su acción enzimática arrastra las células muertas del cuero cabelludo.Hidrata maravillosamente la piel reseca. Esto como consecuencia de los polisacáridos que impiden la pérdida de agua natural de la piel.Borra las manchas causadas por el sol y funciona como filtro solar de rayos UV.Sirve para prevenir o desaparecer gradualmente las estrías e incluso funciona en casos de hiperpigmentación cutánea (manchas en la piel), pues elimina la acumulación de melanina, causante de las manchas oscuras. Para esto se unta directamente la hoja del aloe sobre la piel.Y, en términos generales, alivia alergias, asma, bronquitis, cistitis (infección urinaria), dolores de cabeza, estómago, musculares o de muelas; esguinces, fiebre, flatulencia, hemorroides, herpes genital, insomnio, mal aliento, nauseas, pie de atleta, uñas encarnadas y otras bondades que se nos escapan.