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Aloe Vera Contra Las Quemaduras Del Sol

Los rayos ultravioleta alfa (UVA) son los principales responsables de las quemaduras solares que, a corto plazo pueden provocar dolor y, con el tiempo, el envejecimiento e, incluso, cáncer de piel. El arma principal que tiene el cuerpo para defenderse de las radiaciones UVA es el pigmento de la piel, la melanina, que actúa como una barrera, absorbiendolos y dispersándolos.Que el color de una persona sea oscuro, se explica porque existe más melanina en las capas exteriores de su piel, aunque esto no le garantiza una protección total frente al efecto del sol. Muchos de los filtros solares que existen en el mercado contienen componentes que dispersan los rayos UVA de un modo similar a la melanina. Algunos de ellos incluyen aloe vera para hidratar la piel seca y dañada, y formar una pantalla protectora contra ellos.


El gel de aloe vera aumenta hasta en 8 veces la producción de las células responsables del colágeno natural. Todas estas propiedades favorecen la regeneración celular y, por este motivo, esta planta encuentra aplicaciones en la cura de problemas de distinto tipo (acné, psoriasis, dermatitis, celulitis, ezcemas, hemorroides, arrugas, verrugas…).


Gracias a sus propiedades, capaces contrarrestar la acción de las bacterias dérmicas; disolver los depósitos grasos que obstruyen los poros; destruir las células muertas, permitiendo su eliminación, y regular el pH en las tres capas de la piel (epidermis, dermis e hipodermis), el aloe actúa como un excelente protector y regenerador dérmico, ejerciendo sobre la piel una profunda acción bactericida, humectante, de limpieza y cicatrizante. Al mismo tiempo la acción de los nutrientes naturales, los minerales, las vitaminas, etc., estimulan la reproducción de nuevas células. En las plantas los principios activos se hallan siempre biológicamente equilibrados por la presencia de sustancias complementarias, que van a potenciarse entre si, de forma que en general no se acumulan en el organismo, y sus efectos indeseables están limitados.


 

Aloe vera para las quemaduras solares

Durante el verano suele ser muy habitual que muchas personas sufran de molestas –y peligrosas- quemaduras solares. Las cuales, dicho sea de paso, tienen una fácil prevención: aplicarse un buen fotoprotector adecuado según nuestro tipo de piel, evitar las exposiciones prolongadas y no hacerlo en las horas más “peligrosas”.

Pero como es común, muy pocas personas toman conciencia de los peligros de las quemaduras solares, y tienden a no seguir muchos de los consejos que aportan los dermatólogos durante estos meses del año.

Existen una gran variedad de remedios caseros para quemaduras solares que pueden ser de ayuda durante esta época, en que el calor aprieta y por fin disfrutamos de las tan ansiadas vacaciones.

Y dentro de estos remedios, el áloe vera se convierte en uno de los más recomendados, por su capacidad para aliviar los síntomas más molestos de las quemaduras.

El áloe vera es una de las plantas más conocidas por sus virtudes para la piel, gracias a su poder refrescante y sus virtudes tanto regeneradoras como cicatrizantes.

En caso de que te hayas quemado con el sol, y desees aliviar esa molesta quemadura solar, puedes aplicarte un poco del jugo de áloe vera.

Recuerda que puedes obtenerlo cortando una hoja de una planta de áloe, abrirla por la mitad y dejar que, en un vaso o taza, vaya saliendo esa sustancia gelatinosa y transparente tan beneficiosa para la piel.

Es conveniente que te la apliques directamente sobre la quemadura. Y, recuerda: utiliza siempre protector solar, aplícatelo cada dos horas o cada vez que salgas del agua, y evita tomar el sol durante las horas más peligrosas del día (de 12 a 16 horas).

Beneficios del Aloe Vera

Estamos ante el producto de cosmética más barato, con menos riesgos de alergias y con más propiedades que nos ofrece la naturaleza. El Aloe Vera o el Aloe Barbadensis, es un cactus con unas gruesas hojas en cuyo interior se encuentra su gelatina, llena de propiedades medicinales y cosméticas.


El Aloe vera se utiliza desde hace miles de años, y crece en lugares secos y cálidos de forma libre, aunque también se puede tener en casa sin apenas tener que regarlo o preocuparse por él.


Menos de un 1% de la población es alérgica al aloe vera. Es decir, el porcentaje es tan tan bajo, que podríamos decir que no genera alergias, por lo cual posee grandes beneficias sin el temor a reacciones adversas.


 


El Aloe Vera contrarresta la acción de las bacterias térmicas. Disuelve los depósitos grasos que obstruyen los poros. Destruye las células muertas, permitiendo su eliminación, y regula el pH en las tres capas de la piel (epidermis, dermis e hipodermis). Posee funciones antisépticas y cicatrizantes, ya que con sus nutrientes naturales ayudan a la regeneración de las células de la piel. Anti-inflamatorio, analgésico, antiviral, anti-tóxico. Hidrata en profundidad y es muy útil en pieles sensibles y estropeadas.


Recomendable en irritaciones, quemaduras, picaduras de insectos, heridas superficiales superficiales, erupciones, etc, porque acelera el proceso de restauración celular. Por su acción anti-inflamatoria y analgésica, es ideal para utilizarlo en articulaciones en proceso inflamatorio, así como artritis, reumatismo y dolor muscular. Se puede utilizar como fortalecedor del cabello por sus agentes nutritivos, ya que proporciona suavidad, resistencia y flexibilidad. Ayuda a alisar las arrugas, reducir el tamaño de los poros y es excelente como filtro solar, al proteger de sus efectos nocivos. Ayuda a prevenir las quemaduras solares y también es muy efectiva para aliviar la piel que ha estado mucho tiempo expuesta al sol. Reduce las manchas oscuras de la piel y soriasis aplicando tres veces al día durante varios meses. Los resultados de las aplicaciones son lentos pero efectivos. Es un estimulante biogénico que activa y vivifica las células de la piel.

Remedios caseros contra las quemaduras solares

Cuando llega el verano disfrutamos de nuestras vacaciones y parte de ellas las ocupamos en bañarnos en la playa y en tomar el sol en la arena. Todo ello con un claro objetivo: conseguir un bronceado perfecto.


Pero, en ocasiones, sucede que nos descuidamos o no tomamos las precauciones convenientes y nos acabamos quemando. Si ese ha sido nuestro caso podemos utilizar varios remedios caseros que contribuirán a calmar nuestra piel.

Quemadura solar


Uno de los productos más recomendables para aliviarnos por culpa de las quemaduras solares es el aloe vera. El jugo que conserva en su interior esta planta no sólo nos calmará y refrescará sino que también contribuirá a acabar cuanto antes con aquellas.


Otro de los trucos caseros es aplicarnos, en lugar de aloe vera, la mezcla de un yogur natural y un poco de agua de rosas. El primero ejercerá una función calmante y el segundo una labor de hidratación y tonificación.

Aloe vera, calmante para las quemaduras


Asimismo, también podemos optar por preparar una loción realizada a base de glicerina, aceite de almendras, agua de flores de sauco y agua de hamamelis. Esta mezcla, una vez elaborada, debemos guardarla en el frigorífico de donde la sacaremos para aplicárnosla dos veces al día.


Eso sí, recuerde que antes de echarla en las quemaduras debemos agitarla para que sea maás efectiva en lo que respecta a aliviarnos el dolor.

<b>Aloe</b> Vera: Más que un bálsamo para <b>quemaduras</b>

Probablemente sabes que el Aloe Vera es una planta que tiene un efecto balsámico sobre las quemaduras y otras irritaciones de la piel. Aunque esta es una de sus increíbles propiedades, hay mucho más que podemos decir acerca del aloe. Como planta suculenta que crece aún en los desiertos más secos, la elegante penca del Aloe, parecida a una espada, está repleta de cientos de compuestos nutricionales y de humedad que proporciona apoyo vital y beneficia el cuerpo por dentro y por fuera.

Forever Living ofrece docenas de productos que contienen Aloe Vera estabilizada en su forma más pura y potente. Desde bebidas nutricionales y cremas relajantes hasta tratamientos para embellecer, notarás enseguida la diferencia que te brinda el Aloe Vera. Cada producto que ofrecemos nutre y alivia, ayudando así a mejorar tu bienestar y salud en general.

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El Aloe Vera tiene muchas propiedades para la salud. Se han identificado más de 75 compuestos en el Aloe Vera; principalmente vitaminas, aminoácidos y enzimas que aportan al organismo múltiples beneficios.Con frecuencia se descubren nuevas propiedades y usos para el Aloe Vera, entre los que destacan la mejora de sequedad y manchas de la piel, irritaciones cutáneas, quemaduras, acné, eccemas, verrugas, psoriasis, torceduras, esguinces, dolores reumáticos, artritis, úlceras bucales y gastroduodenales, gastritis y colon irritable.
Tomar 2 a 3 cápsulas al antes de las comidas o pueden ser 2 cápsulas por la noche. No administrar a mujeres en estado de gestación o lactancia.

Para mayor efectividad en los resultados se recomienda su consumo por 3 meses
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Aloe Vera: historia

EL ALOE VERA EN LA HISTORIA


Aunque no ha podido constatarse, lo más probable es que el aloe se usara ya en la prehistoria. Si consideramos que durante el paleolítico el hombre basaba su supervivencia en los productos que tomaba de la naturaleza resulta verosímil pensar que, observando la asombrosa capacidad de autocuración y cicatrización que posee esta planta, sintiese el impulso de utilizarla para curar y cicatrizar sus propias heridas. Los primeros testimonios fidedignos sobre el conocimiento del aloe por parte de la Humanidad los encontramos en Egipto. Datan aproximadamente del 3000 a. de C., son representaciones pictóricas que adornan algunas tumbas y monumentos funerarios. Existen dibujos en los que se representa la planta del aloe atribuidos a un pintor de corte que vivió durante la dinastía del primer emperador chino, Fu-Hsi, hacia el 2700 a. de C.

La noticia epigráfica más antigua que se conserva sobre el uso medicinal del aloe vera aparece en unas tablas de arcilla cocida que proceden de Sumeria, fueron escritas hacia 2100 a. de C. y en ellas se describen mediante signos cuneiformes las ropiedades laxantes de la planta.

A pesar de que el aloe se cita en textos anteriores, como los códices del emperador Shon-Nung (hacia el 1800 a. de C.), o algunas tablillas babilónicas de esa misma época, se considera el papiro Ebers o El Libro Egipcio de los Remedios ( 1550 a. de C. ) como el primer compendio médico en el que aparecen fórmulas para la fabricación de elixires con el zumo de aloe.

Hacia el 700 a. de C., el Ayurveda hindú, también dedicado a la medicina natural, atribuye al aloe propiedades curativas en dolencias relacionadas con el hígado y los aparatos digestivo y respiratorio; y aplicado de forma externa para curar quemaduras, heridas, herpes, cortes… Sabemos que, además, a partir del siglo VI a. C. se usaba en la India para acondicionar el cabello y mejorar el aspecto de la piel. Los hindúes creían que la planta del aloe vera crecía en los jardines del Edén y la llamaron “la curadora silenciosa “.


Los médicos tradicionales de la antigua China la consideraron como una de las plantas con mayores propiedades terapéuticas y la llamaron “el Remedio Armónico “. Entre los códices más antiguos figura el Libro de las hierbas medicinales, una auténtica enciclopedia escrita en 10 tomos en la que se aconseja aplicarse aloe como un eficaz remedio contra quemaduras, esguinces, torceduras, heridas, picaduras y todo tipo de lesiones externas. Asimismo se recomienda su ingestión para tratar afecciones renales, hepáticas, digestivas y como laxante, reconstituyente y tónico general.

En el siglo V a. de C., el griego Hipócrates (460-377 a. de C.), padre de la medicina moderna, alude en numerosas ocasiones al aloe en su Canon de Medicina, una gran enciclopedia médica de la que conservamos algunos tomos. Hipócrates revolucionó la medicina gracias sobre todo a la modernidad de su ideario, pensaba que “en la naturaleza había un remedio para cada enfermedad” y que no existía una dolencia tan grave que no tuviera cura, pues “para grandes males, grandes remedios”. Hipócrates recoge en sus escritos el uso del aloe para tratar quemaduras, picaduras de insectos, heridas…

Un siglo más tarde, sin duda inspirado en el canon de Hipócrates, Teofrasto incluye en su Tratado de las causas de la vegetación todas estas aplicaciones del aloe vera y añade algunas otras. Algunos autores sostienen que fue Teofrasto (384-287 a. de C.) quien sugirió a Aristóteles la conveniencia de aprovisionarse con grandes cantidades de esta planta para tratar las heridas que las tropas de Alejandro Magno sufrían durante sus innumerables conquistas. Según la leyenda, unos de los motivos de su expedición a la India fue precisamente la conquista de la isla de Socotra, en la costa este africana, al sur de Arabia. Esta isla era el principal centro de producción de aloe y la base de todo comercio fenicio con esta planta. Con la conquista de Socotra, Alejandro Magno se aseguraba una provisión permanente de aloe para curar las heridas de sus soldados. Ya en el siglo I de nuestra era, el botánico y médico griego Dioscórides (41-90 d. de C.) se refiere al aloe en su De materia medica, atribuyéndole propiedades purgantes, preventivo de infecciones, fortalecedor del estómago e intestinos, calmante del dolor y eficaz en el tratamiento de llagas, quemaduras, hemorroides, cortes, alopecia, ezcemas… Sitúa asimismo el origen de la mayoría de las especies de aloe en África, distanciandose así de Teofrasto, que lo creía oriundo del lejano oriente. La obra de Dioscórides ejerció una enorme influencia en el mundo árabe, donde se difundió extensamente, gracias a ello el aloe goza hoy de una merecidísima buena fama en el mundo musulmán. Al mismo tiempo, en el imperio romano surge la figura de Plinio el Viejo (23-79 d. de C.), autor de un extenso tratado titulado Naturales Historia, donde recoge y amplía muchas de las recetas de Dioscórides. Plinio atribuye al aloe la curación de úlceras, llagas, quemaduras, heridas…, no obstante, al igual que hizo Heródoto con algunos episodios de su Historia para los que no tenía fuentes, fabuló y superpuso supersticiones y creencias mágicas a ideas científicas, aunque sin abandonar el sentido común ni la casuística, ya que basó muchos de sus remedios en el ensayo y la observación. Galeno (129-200 d. de C.) fue el último gran médico de la Antigüedad que se ocupo del aloe en su obra, Ars Medica, basada en el concepto hipocrático de que todas las respuestas a las enfermedades humanas estaban en la naturaleza. En muchas regiones del sur de África, como el Cabo de Buena Esperanza, Etiopía y Somalia se usaba el aloe desde tiempos inmemoriales para lavar el cuerpo y los cabellos. Con lo que conseguían una eficaz protección contra el sol y un fantástico repelente de todo tipo de insectos, lo usaban asimismo para eliminar su olor corporal cuando iban de caza y para curarse todo tipo de heridas.


Con la llegada del cristianismo, las sagradas escrituras citan de nuevo el aloe a través de San Juan:


“También fue Nicodemo, el que había ido de noche a ver a Jesús, llevando unas cien libras de mirra perfumada y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, según la costumbre de enterrar de los judíos.” (Jn 19, 39-40)


Aunque el historiador Flavio Josefo (37- 95 d. de C.) aclara en su obra Antigüedades Judías que ese aloe de la Biblia es una variedad de agaloco, llamado antiguamente “palo de aloe”, y que usaba en sahumerios y carpintería:


“…Se lavaba el cuerpo con agua de nardos, incienso, clavo y palo de aloe, pero no el que resulta de machacar las hojas de la planta, sino el que procede de la India y los griegos llaman agaloco, de perfume exquisito…”


A partir del siglo VIII, los árabes, conocedores de las virtudes de esta planta a través de Dioscórides y a la que llamaban “Lily del desierto “, la usaban tanto de forma interna como externa. Durante la Edad Media, y bajo el dominio musulmán, existían en Al- Andalus grandes plantaciones de aloes, entusiastas propagadores del uso medicinal del acíbar, que utilizaban a menudo como purgante. A ellos debemos la difusión del aloe en Europa, y especialmente en España y la cuenca mediterránea, donde se impuso además como planta ornamental. En el siglo X, el filósofo médico persa Avicena (ibn Sina) estudió y desarrolló remedios elaborados con plantas medicinales, entre ellas el aloe, del que dice que es especialmente eficaz para tratar las afecciones oculares y la melancolía (sic).


En el siglo XII el médico italiano Matteo Plateario escribe el Liber de simplice medicina, uno de los tratados medievales más rico y detallado sobre las propiedades curativas de plantas y minerales. En él habla del aloe como una planta mágica que crecía en Babilonia, desde donde se repartía por todo el mundo a través de sus ríos. También en el siglo XII, el médico cordobés Averroes, cita el aloe en su obra médica para tratar algunas dolencias. En esta época Alandalus es el principal foco de cultura y ciencia, de allí proceden algunos de los mejores médicos de la época (Arib ibn Said, Abulcasis, Al gafiqi, Isaac… ), y es notable la presencia del aloe en todos los herbarios.

Durante toda la Edad Media el aloe siguió formando parte del acerbo cultural, a pesar de que algunos textos grecolatinos se perdieron o fueron mal traducidos, el aloe se siguió utilizando como tónico estomacal, purgante, cicatrizante, desinfectante… Se dice que los templarios tomaban un bebedizo a base de cáñamo, vino de palmera y pulpa de aloe cocidos al que llamaban “elixir de Jerusalén”, y al que atribuían su buena salud y su longevidad. Aunque hasta finales del siglo XV y principios del XVI no se desarrolla la botánica como una ciencia propiamente dicha, el cultivo de plantas medicinales está documentado ya en el siglo XIII. El invento de la imprenta difundió la nueva ciencia por todo el mundo. También Colón, en sus viajes a América, observó como utilizaban el aloe en distintas islas del Caribe parar curar ampollas, heridas y picaduras de insectos: “Cuatro son los alimentos que resultan indispensables para el bienestar del hombre: el trigo, la uva, la oliva y el aloe. El primero lo alimenta, el segundo le vanta su ánimo, el tercero le aporta armonía y el cuarto lo cura” (Cristóbal Colón, 1451-1506).

Esto demuestra que el aloe existía también en el continente americano y no llegó allí con la conquista, como se ha afirmado alguna vez. El aloe forma parte de las tradiciones indígenas americanas, se conocía desde tiempos inmemoriales y tenía una gran importancia curativa y espiritual, tanto para los indios que habitaban el centro de México como para la civilización Maya. Sin embargo, tras la conquista de América, fueron los jesuitas españoles los que más contribuyeron a su expansión por todo el continente. Llevaron el conocimiento del aloe a los distintos lugares de América donde establecían sus misiones. De esta manera extendieron su cultivo y utilización por todo el continente. Introdujeron la planta en puerto Rico, en Jamaica y, probablemente, también en Barbados, de la que procede su nombre científico, Aloe Barbadensis. Hay también evidencias de que fueron los jesuitas quienes llevaron el aloe a las Antillas holandesas e incluso a Filipinas. En el siglo XVI Paracelso se refiere al aloe en su Botánica Oculta de la siguiente manera: “…misterioso y secreto el aloe, cuyo jugo de oro cura las quemaduras y los envenenamientos de sangre”.


No obstante, ya sea por la desaparición de la cultura árabe en el viejo continente, o por lo poco propicio de su clima para cultivar el aloe, durante el Renacimiento cayó casi en desuso y su consumo se ciñó al polvo concentrado que, proveniente de los países tropicales, se usaba como laxante. En Europa el aloe perdió su fama de planta curativa y en muchos casos sus virtudes se consideraron más un mito que algo real, pues al utilizar la planta que venía de climas más cálidos esta llegaba mermada en sus propiedades y apenas tenía efecto. Este fenómeno fue básicamente Europeo, pues en las costas mediterráneas, norte de Africa, Medio Oriente, América y la India siguió cultivándose y usándose profusamente. En dichas zonas podían utilizarse las hojas frescas y el aloe resultaba realmente efectivo ya que, debido a su rápida oxidación, debía consumirse rápidamente. Durante la Segunda Guerra Mundial se redescubrió el valor terapéutico del aloe y ha sido en nuestros días cuando sus propiedades se han probado clínicamente.

Curiosamente, el primer logro del aloe en su reconocimiento médico se produjo cuando aparecieron los primeros aparatos de rayos X. Gracias a las investigaciones llevadas a cabo por el doctor Collins y su hijo a partir de 1934 se comprobó la extraordinaria eficacia de esta planta para curar las quemaduras que los rayos X producían a pacientes y médicos. A partir de estas investigaciones, que se prolongaron durante 20 años, el aloe recobró su popularidad y se recuperaron muchas de las aplicaciones perdidas durante la Edad Media y el Renacimiento, diversos estudios, principalmente en Estados Unidos y la antigua URSS demostraron las propiedades curativas del aloe en dolencias tales como úlceras, eczemas, quemaduras y un amplio espectro de enfermedades cutáneas. En 1964 Salisbury y Lorezzeti demostraron que el aloe inhibía la acción de algunas bacterias, como la salmonena o el estafilococo, causantes entre otras afecciones de los forúnculos o la fiebre tifoidea. En la década de los sesenta varios médicos americano demostraron que el aloe inhibía el desarrollo de gran variedad de microbios causantes de diversos tipos de infecciones; en Japón se demostraron sus propiedades antiinflamatorias y en 1970, el farmacéutico Bill Cotas, consiguió separar la aloína de la corteza y estabilizar el gel tomado de la hoja añadiéndole vitamina C (ácido ascórbico), vitamina E (tocoferol) y sorbitol, lo que masificó el uso del aloe y creo una industria asociada a esta planta.


Pedro Sánchez Torrente Webmaster de www.aloeysalud.com info@aloeysalud.com

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Remedios caseros con sábila (<b>aloe</b> vera) | <b>Aloe</b> Vera Facts


Nuestro magnífico de esta semana es la sábila, tambien conocida como aloe vera. La sabila es muy util en remedios caseros tanto para la salud como para el cuidado personal. Los remedios que les traigo hoy son los siguientes: -Remedio casero de sábila con miel para combatir el acné -Truco casero con sábila y aceite de almendras para combatir la caída del cabello -Remedio casero de sábila con pepino para ojeras y para reducir los ojos hinchados -Remedio casero para prevenir y disminuir arrugas usando el gel de aloe vera -Remedio natural con sábila y miel para heridas y quemaduras Música: The Last Mission por: Buttefly Tea Licencia: Creative Commons – Attribution www.jamendo.com

¿Por qué el <b>Aloe</b> Vera Obras Para Tame <b>quemaduras</b> de sol | Perlas <b>...</b>

No es un misterio para mí por qué el Aloe Vera trabaja para domar las quemaduras solares. Después de todo, el Aloe Vera ha sido conocido por siglos como la planta de Burns. También ha sido llamada (entre otros apodos) milagro vegetal , Varita de los Cielos y La inmortalidad .
La leyenda afirma que Aristóteles persuadió a Alejandro Magno a la captura de la isla de Socotra para obtener su rico suministro de la planta – y que Alejandro tuvo su continuación, los vagones de guerra convertidos de manera que las masas de agua dulce Aloe podía ir con él a la batalla.
¿Por qué? Para ayudar a curar a sus soldados heridos! Aristóteles y Alejandro sabía ciertamente una cosa o dos – al igual que Cleopatra, que tiene fama de haberse bañado en el Aloe Vera por sus propiedades hidratantes antes encantador Marco Antonio!
El derecho de Aloe Vera (Aloe Barbadensis Miller) ayuda a proteger nuestra piel de los efectos perjudiciales del envejecimiento y del sol.
Yo no sé ustedes, pero yo prefiero mi protección a venir en forma de un protector solar segura y confiable, apretándolo de un tubo en lugar de una hoja. Esto es en parte porque soy enemigo de las plantas de mutilar y en parte por un tubo es más simple y más conveniente para mantener las inmediaciones de una planta de Aloe Vera.
El protector solar Aloe Puedo usar bloquea los rayos UVA y UVB y, gracias a su fórmula resistente al agua suave como la seda, tiene un SPF de 30, incluso después de haber pasado 40 minutos en el agua.
Además de proteger contra las quemaduras solares, protege contra el viento, la hidratación de la piel. Me parece que me permite broncearse de forma segura y es grande como para después del sol también.
Pero estamos hablando aquí de domesticar las quemaduras solares, que más bien sugiere actuar después de que el evento en lugar de antes …
Así que – después de que usted se olvidó de usar protector solar (o el sol que tomó por sorpresa, ya que, por supuesto, a veces lo hace), su pobre de la piel se ha convertido en ampollas y comezón! Esto ha sucedido a mí y yo llegamos de inmediato para un calmante spray de Aloe Vera, la eliminación de la necesidad de tocar mi piel.
Qué felicidad era, que se tranquilizó, se enfrió y humectada y sentir mi piel respirar un suspiro de alivio! Bueno, yo podría haber imaginado que el último bit, pero me sentí aliviado luego de sentir la frescura después de mucho calor.
Hay demasiada sangre fría en un Gelly Aloe Vera que es esencialmente idéntico al interior de la hoja de la planta. Esto, como si recién exprimido de una hoja, lubrica los tejidos sensibles de manera segura y se absorbe rápidamente – calmar la piel irritada y contribuye a reducir la formación de cicatrices.
Bueno, espero que mi versión de por qué el Aloe Vera trabaja para domar las quemaduras solares ha demostrado ser de utilidad para usted – y que usted puede elegir sus propiedades doma también!

<b>Aloe</b> Vera de Forever Living en Santander: <b>Aloe</b> Vera, propiedades

Se resume la ponencia que sobre los usos terapéuticos del aloe vera desarrolló en mayo de 2002 en el Jardín Botánico de Madrid, en el marco de las Jornadas de Fitoterapia y Etnobotánica, D. Ricardo Gampel Trajterman, farmacéutico y bioquímico dedicado desde hace 30 años al estudio del áloe en los Estados Unidos.Para Ricardo Gampel, inmuno-farmacólogo y especialista en Terapias Naturales por la Universidad de Buenos Aires, la utilización del áloe o sábila corre pareja con el desarrollo de la humanidad desde sus orígenes: está documentada en el inicio de las civilizaciones china, india y sumeria, Siria y el antiguo Egipto, entre los babilonios y los hebreos. Destacan como usos más comunes las referencias al poder regenerador del áloe en heridas, lesiones y quemaduras y para afecciones de la piel, así como bebida para la indigestión y los gases. En el siglo I d.C. Dioscórides, en su herbario griego, hace una amplia descripción de laplanta por sus propiedades medicinales y cosméticas. En Estepona (Málaga) e introducida por los árabes crecen las primeras plantaciones de áloe en la península Ibérica, llegando a ser elemento esencial de la medicina popular de la ribera mediterránea hasta que: "El empleo generalizado de la farmacopea moderna lo relegó al olvido junto a la mayoría de las plantas medicinales".El redescubrimiento del valor terapéutico del áloe se produce durante la segunda guerra mundial: "Las quemaduras causadas en las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki por las explosiones atómicas, se curaron más rápidamente con el áloe y en muchos casos sin dejar señales ni cicatrices". El género áloe pertenece a la familia de las asfodeláceas o liliáceas, familia con plantas tan comunes como ajo, cebolla, espárrago y tulipán. Existen unas 350 variedades o especies reconocidas del género áloe, que crecen en zonas semiáridas de las regiones tropicales y subtropicales, casi todas con alguna propiedad terapéutica, y que pueden ser desde plantasde unos 20 cm. de altura hasta auténticos árboles con más de 20 metros.Ante la confusión en torno a la denominación de las diferentes variedades, lo que hace que especies distintas de áloe sean conocidas como aloe vera -aloe verdadero en latín-, para Gampel sólo debe llamarse así a la especie aloe barbadensis miller. Una correcta denominación es importante ya que no todos los aloes tienen iguales características. Según Gampel: "Hoy en día, prácticamente se limitan a dos las especies de áloe utilizadas con fines medicinales. El aloe ferox miller o aloe del Cabo, a partir del cual se obtiene principalmente acíbar, y el aloe barbadensis miller, originario de Barbados y a partir del cual se obtiene acíbar y gel de áloe".Debido a su fuerte demanda, la especie aloe barbadensis miller experimenta un incremento de las zonas de cultivo, por lo que ha sido introducida en muchas regiones de las zonas más cálidas de Estados Unidos, México, Antillas, Bahamas, Venezuela, Grecia, Marruecos, Israel, Egipto, Arabia, Argelia o India. También hay plantaciones de aloe barbadensis en Andalucía, Baleares y Canarias. Del áloe se utilizan las hojas basales, duras, gruesas y carnosas, recolectadas a partir de la planta adulta de más de 3 años y no más de 5, de la que se obtienen el acíbar y el gel de aloe vera.Derivados del aloe. Gel, jugo y zumo"Tanto el gel como el acíbar se obtienen a partir de las hojas frescas. Pero son productos muy diferentes tanto desde el punto de vista químico como farmacológico y terapéutico, por lo que no deben ser confundidos", afirma Ricardo Gampel.El acíbar, látex o exudado obtenido por incisión de las hojas frescas de las especies de aloe ferox y barbadensis, es de color amarillento oscuro, con gusto amargo y nauseabundo. Sus principios activos son derivados hidroxiantracénicos de acción laxante o purgante. Este látex se condensa y deseca para obtener una masa cerosa quebradiza, de color oscuro entre marrón rojizo y negro, que apelmazado y en forma de terrones similares al barro seco recibe el nombre de acíbar. Pulverizado es incorporado a preparados farmacéuticos laxantes.El gel de aloe vera es un líquido claro y mucilaginoso de color blanco o ligeramente amarillento, casi transparente, obtenido al triturar las hojas de variedades cultivadas de aloe barbadensis sin eliminar la pulpa. Los polisacáridos son sus principales constituyentes y no contiene derivados antraquinónicos de acción laxante. Tras tratar por métodos físicos el gel de aloe vera se obtiene el jugo o zumo de aloe, que debe ser convenientemente conservado y estabilizado, ya que es sensible a la luz y al calor y puede deteriorarse rápidamente.El jugo y el zumo obtenidos a partir del gel de aloe barbadensis están libres de aloína y demás sustancias antraquinónicas laxantes, por lo que pueden tomarse con toda seguridad por vía oral, garantizan el contenido de polisacáridos biológicamente activos, y mantienen el color y el sabor, no del todo desagradable, del gel de aloe vera.El concentrado de aloe es un gel de aloe vera del que se ha eliminado el agua. El extracto de aloe es una solución acuosa o con otros disolventes que contiene menos del 10% de gel de aloe vera. El aceite de aloe vera es la fracción lipídica obtenida de las hojas de aloe barbadensis miller.Su composición y propiedades físico-químicas y farmacológicas pueden variar en función de la lluvia o el riego, del terreno, de la época de recolección de las hojas y de su edad y almacenamiento, y según la forma de obtención del gel y su almacenamiento.Un 99,4% del peso del gel de aloe vera es agua. Más del 60% de los sólidos totales son polisacáridos mucilaginosos ligados a azúcares como glucosa, manosa, ramnosa, xilosa, arabinosa, galactosa y ácidos urónicos. El mucílago está compuesto de diferentes polisacáridos neutros, ácidos y acetilados (mananos, glucomananos, galactomananos,...), responsables de la gran capacidad que tiene la planta para retener agua y gracias a la cual puede sobrevivir en condiciones de sequía. Los polisacáridos mucilaginosos son los principios activos responsables de la actividad biológica del gel de aloe vera, y entre ellos Ricardo Gampel destaca el acemanano: "Que ha despertado gran interés por sus propiedades farmacológicas y como componente activo importante del gel de aloe" y el aloérido: "Polisacárido de elevado peso molecular recientemente identificado, constituido por glucosa, galactosa, manosa y arabinosa, y que según parece posee una actividad inmunoestimulante superior a la del acemanano".Siguiendo a Gampel, los restantes sólidos que componen el gel de aloe vera, que también pueden contribuir a su actividad terapéutica, son sales orgánicas y ácidos (glutámico, málico, salicílico, cítrico, lactato magnésico, oxalato cálcico, ...), enzimas (celulasa, carboxipeptidasa, bradikininasa, catalasa, amilasa, oxidasa, tirosinasa), sapogénicas, taninos, esteroles, triglicéridos, aminoácidos (lisina, histidina, glutamina, arginina, ácido aspártico, asparagina, treonina, serina, ácido glutámico, glicina, alanina, valina, metionina, isoleucina, leucina, tirosina, fenilalanina y triptófano), RNA y trazas de alcaloides, de vitaminas (betacaroteno,B1, B2, B3, B6, C, E, colina, ácido fólico) y de minerales (aluminio, boro, bario, calcio, cromo, cobre, hierro, potasio, magnesio, sodio, fósforo, estroncio, silicio). No debe contener nunca en cantidades apreciables derivados hidroxiantracénicos o antraquinonas de acción laxante.Actividad sobre órganos y sistemasCon abundantes y documentadas referencias de estudios in vitro, en animales y en humanos, Ricardo Gampel desarrolló las propiedades y aplicaciones del aloe vera. Respecto a su actividad sobre la mucosa gastroduodenal destaca el efecto protector ante lesiones de la mucosa gástrica, su actividad antiulcerosa, y de inhibición del crecimiento de helicobacter pylori. El acemanano presente en el aloe vera podría ser útil en enfermedades inflamatorias intestinales como la de crohn o la colitis ulcerosa.En el sistema endocrino resalta la actividad hipoglucemiante e hipolipemiante: "El aloe vera administrado por vía oral es capaz de reducir los niveles de glucosa en sangre,... Puede tener también cierta actividad sobre los niveles sanguíneos de colesterol y triglicéridos, aunque el mecanismo de acción no ha sido dilucidado".En cuanto al sistema inmune el aloe tiene actividad inmunomoduladora y antimicrobiana frente a un amplio número de microorganismos, bloquea la reproducción del VIH y de los herpesvirus y estimula la actividad de los monocitos y macrófagos. El aloe vera, activo en situaciones de inmunosupresión, es también efectivo en la prevención de estados de inmunosupresión inducidos por radiación ultravioleta y en la prevención de infecciones víricas respiratorias (gripe, resfriado, laringitis) por inducir la formación de anticuerpos. Tiene asimismo actividad antiinflamatoria: inhibe la síntesis de prostaglandinas y reduce la migración e infiltración de leucocitos, la liberación de histamina y la síntesis y secreción de leucotrienos: "La actividad antiinflamatoria del gel de aloe vera se sinergiza con el resto de propiedades (cicatrizante e inmunoestimulante) para facilitar la curación de heridas o frente a procesos artríticos (por sus propiedades antiinflamatoria e inmunomoduladora)".Para Gampel: "El aloe vera presenta propiedades anticancerígenas y antitumorales. Especialmente en los sarcomas blandos, el acemanano es capaz de reducir el crecimiento del tumor o producir regresión del mismo. Esta actividad antitumoral, junto a las propiedades inmunoestimulantes y protectoras de las lesiones inducidas por radiación, determinan la posible aplicación del aloe vera en la prevención de melanomas y cánceres de piel", por lo que se han iniciado estudios para evaluar la actividad antitumoral del acemanano y otros polisacáridos del aloe.En relación a la piel y las mucosas destacan las propiedades de cicatrización y regeneración. El aloe vera, ingerido o en aplicación externa, facilita la curación de heridas, quemaduras y lesiones epidérmicas y reduce el dolor: "Se ha mostrado especialmente eficaz en las quemaduras inducidas por radiación, incluídas las solares, y en lesiones subsiguientes a tratamientos con radioterapia. El gel de aloe aumenta el correcto entrelazado de las fibras de colágeno sobre la zona lesionada debido a la regeneración celular y tisular promovida por las glicoproteínas, la reepitelización y angiogénesis favorecida por la alantoína, y el efecto antiinflamatorio y antimicrobiano de los polisacáridos y compuestos fenólicos". También facilita la curación de llagas y ulceraciones bucales o lesiones inflamatorias imitativas de la mucosa gastro-intestinal.En situaciones donde la curación de heridas se ve afectada y retardada, por ejemplo diabetes, el aloe es especialmente eficaz: "No sólo disminuye el tiempo de curación de las lesiones, sino que mejora el flujo sanguíneo y mantiene una mayor sensibilidad en la zona lesionada en comparación con otros tratamientos".No menos importante es su actividad antipsoriásica. Gampel explica que la penetración de los polisacáridos del gel de aloe vera a través de la piel favorece su humectación, ocluye la dermis e inhibe la formación de las placas psoriásicas, de modo que puede reducirse de manera significativa la duración de los brotes.Ricardo Gampel considera que las alteraciones producidas en la piel por la edad y por las radiaciones solares se deben a que los cambios degenerativos son superiores a la capacidad regenerativa, lo que se plasma en la aparición de arrugas y cambios en su pigmentación. El gel de aloe, en palabras de Gampel: "Previene el fotoenvejecimiento prematuro, restablece el equilibrio entre los cambios degenerativos y regenerativos y estimula la síntesis de colágeno y de las fibras de elastina de la piel. El gel de aloe incrementa el contenido de colágeno soluble e inhibe los enzimas responsables de la formación y acumulación de melanina en la piel, que darían lugar a la aparición de manchas o zonas de hiperpigmentación"Por vía oral el aloe vera es un gran regulador, depurativo y tonificante general de los órganos y sistemas corporales. Recomendado por sus propiedades cicatrizantes en úlceras y problemas gastrointestinales irritantes, inflamatorios, fermentativos o infecciosos, y por sus propiedades inmunoestimulantes si se requiere un aumento de las defensas naturales en casos de infección respiratoria, urinaria o ginecológica.Se recomienda para depurar y desintoxicar en afecciones hepatobiliares y ante una acumulación de toxinas en reumatismo, artritis, procesos alérgicos como rinitis o asma, gota, y afecciones dermatológicas como acné, dermatitis o eccemas. Ayuda a regular y depurar el organismo y a controlar los niveles de colesterol, glucosa y ácido úrico, así como la tensión arterial, la circulación venosa y el metabolismo general, por lo que puede ser útil como complemento en dietas de control de peso.Aplicado externamente es antiinfeccioso, antiinflamatorio y suavizante, favorece la cicatrización y regeneración de la piel y alivia y cura heridas, llagas, eccemas, psoriasis, golpes, dolores musculares o articulares, acné, manchas en la piel, etc. Alivia el dolor, la irritación, el picor y la inflamación. Aplicado en compresas en los días siguientes a la quemadura, solar o no, calma y acelera la regeneración de la piel dañada.Para resumir, en uso interno y externo el aloe vera está indicado en afecciones dermatológicas e infecciones exantemáticas (sarampión, varicela, rubeola, herpes), afecciones de la mucosa gástrica e intestinal (gastritis, hiperacidez, úlcera gastroduodenal, infecciones gastrointestinales y enfermedades inflamatorias intestinales como crohn, colitis ulcerosa y colon irritable) y de la mucosa bucal (aftas, gingivitis, periodontitis, candidiasis bucal y esofágica), estados de inmunosupresión, procesos inflamatorios y autoinmunes tipo artritis, procesos tumorales, prevención de estados de inmunosupresión y procesos infecciosos, hiperglucemias e hiperlipidemias.En uso externo no se han descrito reacciones adversas y las reacciones alérgicas son muy raras. En uso interno el gel de aloe vera se considera seguro y no se conocen interacciones. Los jugos obtenidos a partir del gel de aloe vera deben ser biológicos y no contener sustancias antraquinónicas. Los derivados antraquinónicos pueden originar cuadros diarreicos y cólicos intestinales, y su uso crónico puede producir pérdida de potasio, deshidratación y dependencia de laxantes.Para comprobar el origen y la autenticidad del aloe vera, un grupo de fabricantes norteamericanos funda en 1990 el IASC (Consejo Científico Internacional del Aloe), cuyo sello, garantía de control y calidad del aloe americano, se ha convertido en sinónimo de seguridad del aloe vera.(artículo publicado en Conocer Arganzuela nº 117, julio-agosto de 2002)

Contraindicaciones del <b>aloe</b> vera para los niños pequeños <b>...</b>

SÁBILA CONSUMO DIARIO Buen día, mi consulta es porque a diario le doy a mi hijo de 5 años un pedacito de sábila, PERO SOLO EL CRISTAL licuado con miel de abejas. Esto hace como medio pocillo pequeñito. Quiero saber si esto tiene alguna contraindicación, y sí es así cuál sería y cada cuánto me aconsejarían darle.
GRACIAS

Hola Ángela: El aloe vera o sábila es una planta con muchos beneficios terapéuticos. Pero el acíbar o gel que contiene puede provocar ciertos efectos secundarios que provocarían algún tipo de contraindicación, especialmente en determinados casos como son los niños pequeños.

La parte comestible del aloe vera es el acíbar, gel o cristal de color transparente y sabor amargo que tiene propiedades medicinales como la propiedad de depurar el organismo, eliminado toxinas del mismo, entre otras. Pero este beneficio puede, también, provocar ciertos efectos secundarios y estar contraindicado en determinadas circunstancias como por ejemplo en niños pequeños.

El consumo de sábila está contraindicado en niños, ya que puede provocarles efectos secundarios sobre su salud, como por ejemplo dolor abdominal, diarrea, deshidratación producto de la diarrea e hinchazón de panza. Por otra parte si un niño fuese alérgico a algunos de los componentes del aloe vera, podría tener reacciones alérgicas importantes.

Por todas estas razones antes de darle sábila o aloe vera a tu niño es aconsejable que consultes a su pediatra, para evitar que tenga estas u otras complicaciones en su salud.

Recuerda que aunque sea un remedio natural, el organismo de un niño puede no estar lo suficiente maduro como para digerirlo y metabolizarlo, por ello se sugiere consultar antes a un médico.

Espero haberte sido útil.
Un saludo.

<b>Aloe</b> vera

Desde hace unos años hasta ahora, el aloe vera ha pasado de ser el gran desconocido a estar en la mayoría de las casas, convirtiéndose así en uno de los mejores amigos de los amantes de la medicina natural.

aloe vera en casa

Esta planta conocida como la planta de la inmortalidad es una de las que posee mayor cantidad de propiedades. Esto, unido a la facilidad de obtención y cuidado de la misma ha conllevado la popularización de su uso tanto a nivel particular como a nivel mundial.

Las formas más comunes del empleo del aloe son mediante geles y cremas aplicadas sobre la piel, o ingeridas vía oral en forma de jarabes o zumos.

Si cortamos una de las hojas de esta planta, quitamos las espinas laterales de la misma y la abrimos a la mitad, obtenemos la parte del aloe que más propiedades tiene y la que utilizaremos como pulpa terapéutica.

Aloe

Algunas de las aplicaciones de esta planta son la hidratación de pieles sensibles y estropeadas; el fortalecimiento del cabello gracias a los agentes nutritivos que tiene y que proporciona suavidad, resistencia y flexibilidad; facilita la protección de la piel ante quemaduras solares, destruye las células muertas, elimina la infección de los poros acabando con el acné juvenil, etcétera.

Tener una planta de estas en casa es algo que nos puede venir muy bien en muchas ocasiones, ya sea simplemente para rejuvenecer nuestra piel, extendiendo la pulpa de la hoja sobre la piel una vez al día; o bien cuando nos quememos cocinando o tengamos una rozadura, ya que la aplicación de ésta nos aliviará de forma rápida y eficaz.

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<b>Aloe</b> vera para curar heridas y <b>quemaduras</b> - Neipol


El aloe vera es ideal para curar cortes y raspaduras y aliviar las reacciones alérgicas o las quemaduras producidas por el sol.

Para ello, puede utilizar un gel preparado o aplicarse directamente el líquido contenido en el interior de cada hoja.

Conviene aplicarse aloe vera a diario en verano sobre todo ya que protege a la piel del maltrato del sol.

Escrito el 4th agosto 2009 en plantas medicinales

plantas curativas – plantas curativas , como la planta de hiedra <b>...</b>

Tratamiento Natural , Con Plantas Naturales como LA PLANTA DE {hiedra } se aplica con un vigoroso masaje y se aplica como compresa , ayuda a la circulacion
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Aloe Vera: historia

EL ALOE VERA EN LA HISTORIA


Aunque no ha podido constatarse, lo más probable es que el aloe se usara ya en la prehistoria. Si consideramos que durante el paleolítico el hombre basaba su supervivencia en los productos que tomaba de la naturaleza resulta verosímil pensar que, observando la asombrosa capacidad de autocuración y cicatrización que posee esta planta, sintiese el impulso de utilizarla para curar y cicatrizar sus propias heridas. Los primeros testimonios fidedignos sobre el conocimiento del aloe por parte de la Humanidad los encontramos en Egipto. Datan aproximadamente del 3000 a. de C., son representaciones pictóricas que adornan algunas tumbas y monumentos funerarios. Existen dibujos en los que se representa la planta del aloe atribuidos a un pintor de corte que vivió durante la dinastía del primer emperador chino, Fu-Hsi, hacia el 2700 a. de C.

La noticia epigráfica más antigua que se conserva sobre el uso medicinal del aloe vera aparece en unas tablas de arcilla cocida que proceden de Sumeria, fueron escritas hacia 2100 a. de C. y en ellas se describen mediante signos cuneiformes las ropiedades laxantes de la planta.

A pesar de que el aloe se cita en textos anteriores, como los códices del emperador Shon-Nung (hacia el 1800 a. de C.), o algunas tablillas babilónicas de esa misma época, se considera el papiro Ebers o El Libro Egipcio de los Remedios ( 1550 a. de C. ) como el primer compendio médico en el que aparecen fórmulas para la fabricación de elixires con el zumo de aloe.

Hacia el 700 a. de C., el Ayurveda hindú, también dedicado a la medicina natural, atribuye al aloe propiedades curativas en dolencias relacionadas con el hígado y los aparatos digestivo y respiratorio; y aplicado de forma externa para curar quemaduras, heridas, herpes, cortes… Sabemos que, además, a partir del siglo VI a. C. se usaba en la India para acondicionar el cabello y mejorar el aspecto de la piel. Los hindúes creían que la planta del aloe vera crecía en los jardines del Edén y la llamaron “la curadora silenciosa “.


Los médicos tradicionales de la antigua China la consideraron como una de las plantas con mayores propiedades terapéuticas y la llamaron “el Remedio Armónico “. Entre los códices más antiguos figura el Libro de las hierbas medicinales, una auténtica enciclopedia escrita en 10 tomos en la que se aconseja aplicarse aloe como un eficaz remedio contra quemaduras, esguinces, torceduras, heridas, picaduras y todo tipo de lesiones externas. Asimismo se recomienda su ingestión para tratar afecciones renales, hepáticas, digestivas y como laxante, reconstituyente y tónico general.

En el siglo V a. de C., el griego Hipócrates (460-377 a. de C.), padre de la medicina moderna, alude en numerosas ocasiones al aloe en su Canon de Medicina, una gran enciclopedia médica de la que conservamos algunos tomos. Hipócrates revolucionó la medicina gracias sobre todo a la modernidad de su ideario, pensaba que “en la naturaleza había un remedio para cada enfermedad” y que no existía una dolencia tan grave que no tuviera cura, pues “para grandes males, grandes remedios”. Hipócrates recoge en sus escritos el uso del aloe para tratar quemaduras, picaduras de insectos, heridas…

Un siglo más tarde, sin duda inspirado en el canon de Hipócrates, Teofrasto incluye en su Tratado de las causas de la vegetación todas estas aplicaciones del aloe vera y añade algunas otras. Algunos autores sostienen que fue Teofrasto (384-287 a. de C.) quien sugirió a Aristóteles la conveniencia de aprovisionarse con grandes cantidades de esta planta para tratar las heridas que las tropas de Alejandro Magno sufrían durante sus innumerables conquistas. Según la leyenda, unos de los motivos de su expedición a la India fue precisamente la conquista de la isla de Socotra, en la costa este africana, al sur de Arabia. Esta isla era el principal centro de producción de aloe y la base de todo comercio fenicio con esta planta. Con la conquista de Socotra, Alejandro Magno se aseguraba una provisión permanente de aloe para curar las heridas de sus soldados. Ya en el siglo I de nuestra era, el botánico y médico griego Dioscórides (41-90 d. de C.) se refiere al aloe en su De materia medica, atribuyéndole propiedades purgantes, preventivo de infecciones, fortalecedor del estómago e intestinos, calmante del dolor y eficaz en el tratamiento de llagas, quemaduras, hemorroides, cortes, alopecia, ezcemas… Sitúa asimismo el origen de la mayoría de las especies de aloe en África, distanciandose así de Teofrasto, que lo creía oriundo del lejano oriente. La obra de Dioscórides ejerció una enorme influencia en el mundo árabe, donde se difundió extensamente, gracias a ello el aloe goza hoy de una merecidísima buena fama en el mundo musulmán. Al mismo tiempo, en el imperio romano surge la figura de Plinio el Viejo (23-79 d. de C.), autor de un extenso tratado titulado Naturales Historia, donde recoge y amplía muchas de las recetas de Dioscórides. Plinio atribuye al aloe la curación de úlceras, llagas, quemaduras, heridas…, no obstante, al igual que hizo Heródoto con algunos episodios de su Historia para los que no tenía fuentes, fabuló y superpuso supersticiones y creencias mágicas a ideas científicas, aunque sin abandonar el sentido común ni la casuística, ya que basó muchos de sus remedios en el ensayo y la observación. Galeno (129-200 d. de C.) fue el último gran médico de la Antigüedad que se ocupo del aloe en su obra, Ars Medica, basada en el concepto hipocrático de que todas las respuestas a las enfermedades humanas estaban en la naturaleza. En muchas regiones del sur de África, como el Cabo de Buena Esperanza, Etiopía y Somalia se usaba el aloe desde tiempos inmemoriales para lavar el cuerpo y los cabellos. Con lo que conseguían una eficaz protección contra el sol y un fantástico repelente de todo tipo de insectos, lo usaban asimismo para eliminar su olor corporal cuando iban de caza y para curarse todo tipo de heridas.


Con la llegada del cristianismo, las sagradas escrituras citan de nuevo el aloe a través de San Juan:


“También fue Nicodemo, el que había ido de noche a ver a Jesús, llevando unas cien libras de mirra perfumada y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, según la costumbre de enterrar de los judíos.” (Jn 19, 39-40)


Aunque el historiador Flavio Josefo (37- 95 d. de C.) aclara en su obra Antigüedades Judías que ese aloe de la Biblia es una variedad de agaloco, llamado antiguamente “palo de aloe”, y que usaba en sahumerios y carpintería:


“…Se lavaba el cuerpo con agua de nardos, incienso, clavo y palo de aloe, pero no el que resulta de machacar las hojas de la planta, sino el que procede de la India y los griegos llaman agaloco, de perfume exquisito…”


A partir del siglo VIII, los árabes, conocedores de las virtudes de esta planta a través de Dioscórides y a la que llamaban “Lily del desierto “, la usaban tanto de forma interna como externa. Durante la Edad Media, y bajo el dominio musulmán, existían en Al- Andalus grandes plantaciones de aloes, entusiastas propagadores del uso medicinal del acíbar, que utilizaban a menudo como purgante. A ellos debemos la difusión del aloe en Europa, y especialmente en España y la cuenca mediterránea, donde se impuso además como planta ornamental. En el siglo X, el filósofo médico persa Avicena (ibn Sina) estudió y desarrolló remedios elaborados con plantas medicinales, entre ellas el aloe, del que dice que es especialmente eficaz para tratar las afecciones oculares y la melancolía (sic).


En el siglo XII el médico italiano Matteo Plateario escribe el Liber de simplice medicina, uno de los tratados medievales más rico y detallado sobre las propiedades curativas de plantas y minerales. En él habla del aloe como una planta mágica que crecía en Babilonia, desde donde se repartía por todo el mundo a través de sus ríos. También en el siglo XII, el médico cordobés Averroes, cita el aloe en su obra médica para tratar algunas dolencias. En esta época Alandalus es el principal foco de cultura y ciencia, de allí proceden algunos de los mejores médicos de la época (Arib ibn Said, Abulcasis, Al gafiqi, Isaac… ), y es notable la presencia del aloe en todos los herbarios.

Durante toda la Edad Media el aloe siguió formando parte del acerbo cultural, a pesar de que algunos textos grecolatinos se perdieron o fueron mal traducidos, el aloe se siguió utilizando como tónico estomacal, purgante, cicatrizante, desinfectante… Se dice que los templarios tomaban un bebedizo a base de cáñamo, vino de palmera y pulpa de aloe cocidos al que llamaban “elixir de Jerusalén”, y al que atribuían su buena salud y su longevidad. Aunque hasta finales del siglo XV y principios del XVI no se desarrolla la botánica como una ciencia propiamente dicha, el cultivo de plantas medicinales está documentado ya en el siglo XIII. El invento de la imprenta difundió la nueva ciencia por todo el mundo. También Colón, en sus viajes a América, observó como utilizaban el aloe en distintas islas del Caribe parar curar ampollas, heridas y picaduras de insectos: “Cuatro son los alimentos que resultan indispensables para el bienestar del hombre: el trigo, la uva, la oliva y el aloe. El primero lo alimenta, el segundo le vanta su ánimo, el tercero le aporta armonía y el cuarto lo cura” (Cristóbal Colón, 1451-1506).

Esto demuestra que el aloe existía también en el continente americano y no llegó allí con la conquista, como se ha afirmado alguna vez. El aloe forma parte de las tradiciones indígenas americanas, se conocía desde tiempos inmemoriales y tenía una gran importancia curativa y espiritual, tanto para los indios que habitaban el centro de México como para la civilización Maya. Sin embargo, tras la conquista de América, fueron los jesuitas españoles los que más contribuyeron a su expansión por todo el continente. Llevaron el conocimiento del aloe a los distintos lugares de América donde establecían sus misiones. De esta manera extendieron su cultivo y utilización por todo el continente. Introdujeron la planta en puerto Rico, en Jamaica y, probablemente, también en Barbados, de la que procede su nombre científico, Aloe Barbadensis. Hay también evidencias de que fueron los jesuitas quienes llevaron el aloe a las Antillas holandesas e incluso a Filipinas. En el siglo XVI Paracelso se refiere al aloe en su Botánica Oculta de la siguiente manera: “…misterioso y secreto el aloe, cuyo jugo de oro cura las quemaduras y los envenenamientos de sangre”.


No obstante, ya sea por la desaparición de la cultura árabe en el viejo continente, o por lo poco propicio de su clima para cultivar el aloe, durante el Renacimiento cayó casi en desuso y su consumo se ciñó al polvo concentrado que, proveniente de los países tropicales, se usaba como laxante. En Europa el aloe perdió su fama de planta curativa y en muchos casos sus virtudes se consideraron más un mito que algo real, pues al utilizar la planta que venía de climas más cálidos esta llegaba mermada en sus propiedades y apenas tenía efecto. Este fenómeno fue básicamente Europeo, pues en las costas mediterráneas, norte de Africa, Medio Oriente, América y la India siguió cultivándose y usándose profusamente. En dichas zonas podían utilizarse las hojas frescas y el aloe resultaba realmente efectivo ya que, debido a su rápida oxidación, debía consumirse rápidamente. Durante la Segunda Guerra Mundial se redescubrió el valor terapéutico del aloe y ha sido en nuestros días cuando sus propiedades se han probado clínicamente.

Curiosamente, el primer logro del aloe en su reconocimiento médico se produjo cuando aparecieron los primeros aparatos de rayos X. Gracias a las investigaciones llevadas a cabo por el doctor Collins y su hijo a partir de 1934 se comprobó la extraordinaria eficacia de esta planta para curar las quemaduras que los rayos X producían a pacientes y médicos. A partir de estas investigaciones, que se prolongaron durante 20 años, el aloe recobró su popularidad y se recuperaron muchas de las aplicaciones perdidas durante la Edad Media y el Renacimiento, diversos estudios, principalmente en Estados Unidos y la antigua URSS demostraron las propiedades curativas del aloe en dolencias tales como úlceras, eczemas, quemaduras y un amplio espectro de enfermedades cutáneas. En 1964 Salisbury y Lorezzeti demostraron que el aloe inhibía la acción de algunas bacterias, como la salmonena o el estafilococo, causantes entre otras afecciones de los forúnculos o la fiebre tifoidea. En la década de los sesenta varios médicos americano demostraron que el aloe inhibía el desarrollo de gran variedad de microbios causantes de diversos tipos de infecciones; en Japón se demostraron sus propiedades antiinflamatorias y en 1970, el farmacéutico Bill Cotas, consiguió separar la aloína de la corteza y estabilizar el gel tomado de la hoja añadiéndole vitamina C (ácido ascórbico), vitamina E (tocoferol) y sorbitol, lo que masificó el uso del aloe y creo una industria asociada a esta planta.


Pedro Sánchez Torrente Webmaster de www.aloeysalud.com info@aloeysalud.com

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Salud y Bienestar - Bronceado seguro sin <b>quemaduras</b>

Debes tener mucho cuidado con el sol, sobre todo en las primeras exposiciones cuando aún tienes la piel blanca. Las cremas con factor de protección solar alto son imprescindibles para evitar daños en la piel como quemaduras. Sigue estos consejos sobre cómo prevenirlas y, en su caso, aliviarlas.

Exposición más segura

- Evita las horas centrales del día (12 h a 16 h) para exponerte al sol.

- La exposición al sol debe ser progresiva y nunca muy prolongada. Evita jornadas largas en la playa o piscina y protégete en la sombra, por ejemplo, debajo de una sombrilla.

- Lleva un gorro o sombrero para proteger tu cabeza y evitar la exposición directa del sol en la cara.

[Mas:]

- Evita colonias, cosméticos perfumados o ciertos medicamentos si vas a tomar el sol.

- Date siempre protección solar, incluso en los días nublados. Las cremas con factor total (50+) son tu aliado para conseguir un bronceado saludable sin quemaduras, sobre todo cuando tenemos la piel blanquita.

- Aplícate la crema solar media hora antes de tomar el sol. Debes volver a darte crema cada dos horas y después de bañarte en el mar o en la piscina.

- Tu fototipo de piel es clave: I (se queman facilmente, no se broncean nunca), fototipo II (se queman facilmente, se broncean un poco), fototipo III (se queman un poco, se broncean progresivamente), fototipo IV (Se queman poco, se broncean bien), fototipo V (se queman poco, se broncean siempre) y fototipo VI (se queman muy raramente). Los fototipos más bajos son los que tienen mayor riesgo de quemarse y los que deben extremar las precauciones.

- Mucho cuidado con los pequeños, necesitan protección absoluta. Las exposicones solares intensas con quemaduras durante los primeros años de vida son un factor determinante en la aparición de melanomas en la edad adulta.

Y si me he quemado...

- Si te has quemado con el sol el frío te aliviará. Date una ducha fresca, sin aplicar jabón en la zona quemada.

- Aplícate en la zona enrojecida un humectante frío, evitarás que se reseque más la piel. Puedes ponerte un paño o compresa humedecidos en agua fría o algodón humedecido en una infusión fría de manzanilla.

- Para aliviar la sensación de quemazón después de la ducha date crema hidratante con vitamina E y aloe vera (no uses vaselina).

- Para rebajar la inflamación pon unas rodajas de manzana o pepino sobre la zona quemada.

- Si te han salido ampollas ponte encima una venda seca para prevenir una posible infección. Si las ampollas presentan líquido en su interior consulta al médico.

- Si tienes dolor de cabeza o fiebre un ibuprofeno puede aliviarte, aunque conviene que consultes a tu médico.

Fuente hogarutil.com

Recetas de mascarillas de <b>aloe</b> vera para la piel | HERBORISTERIA <b>...</b>

A esta altura del partido no descubrimos nada si decimos que el aloe vera o sábila es uno de los mejores aliados que existen para la piel. Esta planta tiene propiedades humectantes, regenerativas y cicatrizantes, entre muchos otros beneficios que puede ofrecer para tener el cutis en gran forma. Por ende, preparar mascarillas caseras empleándolo no es una mala idea, ni mucho menos.

El aloe vera puede funcionar perfectamente contra el acné. De hecho, esta mascarilla de sábila y germen de trigo o esta contra el acné del cuerpo pueden ser tan sólo dos de las alternativas para emplear la pulpa de este vegetal.

También el aloe vera para las quemaduras puede ser una gran opción. Ideal para esos días en donde te has expuesto a los rayos solares de forma desmedida y te sientes un camarón. No sólo refrescará tu cutis, sino que también ayudará a que se recupere de las quemaduras recibidas.

Otra de las alternativas para emplear esta planta es preparar una mascarilla de aloe vera para las arrugas, ya que funciona bien en dicho aspecto. Asímismo, puede emplearse una mascarilla de sábila para las várices.

Por último, el aloe vera también puede ofrecer soluciones para problemas de pigmentación. Esta mascarilla para las manchas de la cara es una opción a tener en cuenta.

Control Naturopático: Cómo curar la piel con <b>aloe</b> vera - para <b>...</b>

USOS & BENEFICIOS:?
Para curar muy rápido en casos de quemaduras, cortes y heridas, picaduras de insectos, infecciones por hongos, llagas y muchos otros problemas de piel.Como un remedio casero natural. Funciona por estimular la producción biogénica la más rápida. (es decir la producción de sustancias curativas y naturales de nuestros propios cuerpos).LO QUE REQUIERE:
El gel de la planta aloe vera. Usamos la planta de aloe vera para extraer el gel natural.

INSTRUCCIONES:
Si es posible, corte una parte pequeña (una pulgadas) de la hoja de aloe vera de una planta que no haya sido rogado por unos días. Este acercamiento es útil para que el gel sea lo más potente posible. Coja el gel de la hoja de aloe vera más madura que está cerca de la tierra.Cuando corta la hoja, encontrará un líquido resbaladizo en la parte cortada. Es el gel de aloe vera. Aplique y frote el gel de aloe vera directamente sobre la quemadura, corte, herida, picadura de bicho, etc.Después de unos minutos, usted constatará que la parte en la cual hizo el corte forma una cicatriz sobre el gel de aloe vera expuesto. Si necesita aplicar más gel de aloe vera, corte la hoja de nuevo. Imagínese! El gel de aloe vera cura y cicatriza su corte de la misma manera. El gel de aloe vera es bien reconocido por la rápida regeneración de los tejidos de los cortes, quemaduras, picaduras de insectos, llagas malas.No es necesario aclarar el gel de aloe vera. En adición de curar y cicatrizar, el gel hidrata y acondiciona la piel. (Es por ésto que muchas marcas de cosméticas usan el aloe vera como una base para productos de belleza como tónicos faciales, cremas antiarrugas y lociones o geles hidratantes de la piel.
RESULTADOS & OBSERVACIONES:
Las quemaduras se curan muy rápido y a veces sin dejar una cicatriz.
MAS TIPS PARA AGARRAR EL CONTROL NATUROPATICO:
*Cómo hacer su propio champú acondicionador con el aloe vera – un remedio casero muy popular a causa de su eficaz y simplicidad. Es bueno para crecer el cabello y curar problemas con el cuero cabelludo.
*Cómo hacer una limpieza de colon con el gel de aloe vera / sabila.
*Cómo cuidar de su propia planta de aloe vera / sabila en cualquier parte del mundo.
*Cómo perder el peso de manera natural y sana con el gel de aloe vera.
*Cómo hacer su propio acondicionador con el gel aloe vera / sábila.
*Cómo hacer su propio gel fijador con el gel de aloe vera / sábila.

Tratamiento de quemaduras

En un curso de ASPIRANTES A BOMBEROS enseñaron que cuando se produce una quemadura, sea esta de la extensión que fuera, el primer auxilio es colocar la parte afectada debajo de agua fría corriente hasta que el calor disminuya y pare de quemar las capas de piel y después, pasar clara de huevo, levemente batida (sólo para que sea más fácil de aplicar). La semana pasada, al calentar agua, una amiga la dejó pasar de punto; ya estaba en ebullición y cuando agarró la olla para tirar el agua, se quemó una gran parte de su mano porque el agua hirviente saltó hacia afuera cuando ella trataba de mover el recipiente.  Colocó entonces la mano debajo de la llave de agua fría, bastante tiempo para evitar el calor inicial, aunque el dolor era tremendo. Luego, rompió 2 huevos y separó las claras batiéndolas un poco, y puso en la mano esa cosa floja, que era la clara.  Su mano estaba tan quemada que, en cuanto ella colocaba la clara encima de la piel esta se secaba y quedaba una película que después se enteró, era colágeno natural. Estuvo por lo menos una hora colocando capa tras capa de claras en la mano. Por la tarde, no sintió más dolor y al día siguiente apenas había una marca rojiza-morada donde se había quemado.  Ella pensó que quedaría con una cicatriz horrible, pero para su sorpresa, después de 10 días estaba sin ninguna marca de lo acontecido, no tenía ¡NADA!!!  Ni el color de la piel cambió; esa parte quemada, se recuperó totalmente por el colágeno existente en la clara de los huevos que en realidad, es una placenta y está llena de vitaminas.  Siempre puede existir alguien que necesite este mensaje.

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